Absortos ante tanta belleza, paseamos por le quartier des tanneurs.
El pequeño canal nos avisa de que estamos cerca de la petite venice.
Las históricas casitas de colores nos muestran el camino.
¡Que maravilla!
Los colores nos invaden con ternura consentida.
Nos alejamos de estos encantadores canales, acompañados por su mágica belleza.
Una mirada más antes de partir de la ciudad encantada.
Una mirada a las bonitas flores que adornan sus balcones de madera.
Olemos con suavidad el aroma de las inolvidables flores de la Alsacia.
Hasta el atardecer, que nos despide es de mágico cuento de hadas.
El coqueto canal se hace río al salir de la ciudad, adentrándose en el bosque alsaciano.
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