En nuestro afán competitivo todos apuntamos a lo más alto.
Nos ponemos en guardia ante la lucha que se avecina.
Se apodera de nosotros nuestro instinto más primitivo, dominar.
Todo lo que nos rodea se hace pequeño, servil, pusilánime.
El lujo, el poder, la vanidad nos embriagan.
Busquemos con ilusión un canal colorido.
Un lugar cuidado, ornamental, natural.
En nuestro interior sentiremos la pletórica seguridad, que nos da la empatía.
A lo lejos tras una plácida mirada vemos la fria nieve de la opresión.
Podemos hacer más bella nuestra vida con arte.
Es posible mejorar el maravilloso arte con imaginación.
Nuestro sagrado corazón puede ayudarnos a encontrar espectaculares momentos de cariño sincero.
Que preciosas joyas nos da la vida, que no se pueden comprar.
Nos hacen la vida más tierna, dulce, sabrosa.
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