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viernes, 27 de julio de 2012

Hay personas que no tienen alas, sino garras para atacar.


Enormes dientes para desgarrar despiadadamente a sus intrépidas presas.


Son cualidades innatas que han adquirido en el seno materno.


Son perros de presa, dispuestos a atacar en cualquier momento.


Debemos escapar de ellos en cuanto tengamos una oportunidad.


No siempre podemos escapar, nos quedamos atrapados.


Intentaremos defendernos de una manera justa, respetuosa, sincera.


Nuestros pies se hundirán en la arena de la desesperación.


El camino será sin duda bastante largo.


A lo lejos hemos descubierto un peculiar faro, que nos alumbra.


Hemos encontrado un entramado de veleros que nos pueden llevar con armonía.


La calma, la paz, el sosiego se apodera de nosotros libremente.


La fría nieve de la agresividad se ha quedado lejos de nuestra cálida mirada.

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